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Para representar la historia de Egipto nada como los faraones y te vas a preguntar y entonces ¿quiénes eran los faraones egipcios? Considerados semidioses, rodeados de riquezas, cada uno con su propia personalidad muy diferente del anterior, por supuesto hubo quienes destacaron más que otros incluyendo mujeres entre ellos, por ende te platicaremos un poco más de los más conocidos para que vengas a Egipto y veas los vestigios que dejaron.

 

Según la tradición egipcia, el primer faraón fue Narmer, también conocido como Menes por el historiador griego Manetón. Su reinado fue alrededor del año 3150 a.C. y se le atribuye la unificación del Alto y Bajo Egipto, dando inicio a la Primera Dinastía y a la época faraónica.

 

Los faraones gobernaron Egipto durante más de tres mil años, es por ello que dejaron un legado cultural e histórico inigualable. 

 

La última faraona de Egipto fue Cleopatra VII, una mujer de ascendencia helénica que reinó desde el año 51 al 30 a.C. Su reinado marcó el final de la época faraónica y el inicio del dominio romano en Egipto.

 

 

 

 

 

Narmer
 

También se le conoció como Menes y fue el fundador de la dinastía I y reinó por 62 años, unificó los reinos del alto y del bajo Egipto que hasta entonces estaban separados y en constante lucha y que fue plasmado dicho momento en su famosa paleta de Narmer de manera iconográfica, convirtiéndose así en el rey de todo Egipto y estableciendo su capital en Memphis.

 

 

 

 

 

Keops

A éste seguro que le conoces, desde el momento que hay una pirámide con su nombre y bueno precisamente por ello es famoso, gobernó entre 2589 a. C. y 2566 a.C., fue un faraón que debido a querer cambiar las reglas del juego, fue manchada su historia debido a que él quería prescindir del poder de los sacerdotes y como ello no les pareció tras su muerte, fue entonces que correría el rumor de que era el faraón más cruel en la historia y que sería capaza de prostituir a su propia hija con tal de terminar sus pirámides.  Lo dejamos a tú criterio, pero la realidad es que se sabe que todos los que colaboraron en la construcción fueron pagados y lo hicieron sin presión alguna.
 

 

 

 

 

 

Tutmosis III

Se le reconoce debido a la pelea con el reino de los Mitanni siendo vencedor absoluto debido a la grandeza de su ejército.  Forjó un imperio enorme que nacía desde la actual Siria hasta la cuarta catarata del Nilo, en lo que hoy es Sudán.

 

El faraón Tutmosis III dejó una huella imborrable en el templo de Amón en Karnak, uno de los complejos religiosos más importantes del Antiguo Egipto. Entre sus contribuciones más destacadas se encuentran:

 

- Erigió un obelisco de granito rosa en el recinto del templo de Amón. Este obelisco, que originalmente medía 21,7 metros de altura, fue trasladado a Roma en el siglo XVI y actualmente se encuentra en la Plaza de San Juan de Letrán.

 

- En el corazón de Karnak, Tutmosis III construyó el Akhmenu, un templo dedicado a la celebración del jubileo real, una ceremonia que marcaba los 30 años de reinado del faraón. Este templo, aunque no se conserva en su totalidad, representa un ejemplo de la arquitectura monumental de la época.

 

Las contribuciones de Tutmosis III al templo de Amón en Karnak no solo demuestran su poder y devoción religiosa, sino que también han permitido que este sitio se convierta en un testimonio fascinante de la historia y la cultura del Antiguo Egipto.

 

 

 

 

Akenatón
 

Su reinado estuvo lleno de controversias, desde el momento querer volver su reinado a un sólo Dios, teniendo en cuenta que en su época se veneraban cientos de ellos fue un periodo difícil, esposo de Nefertiti, la cual se convertiría en una historia de amor, juntos crearían la nueva ciudad de Amarna donde se daría culto al Dios Atón el cual se representaba con el disco solar del que salían brazos de forma radial que representaba la fuente de toda la vida.

 

La adopción de una nueva religión por parte del faraón Akenatón durante el siglo XIV a.C. trajo consigo un cambio radical en el arte egipcio, dando lugar a lo que se conoce como la "revolución amarniana".

 

Este período efímero, pero sin duda fascinante, se caracterizó por un alejamiento del hieratismo monumental, el estilo artístico tradicional que predominaba en Egipto. En su lugar, se adoptó un naturalismo más crudo y descarnado, que buscaba representar la realidad con mayor fidelidad.

 

A pesar de su carácter realista, el arte amarniano no deja de lado la expresividad y la emoción. Un ejemplo claro de ello es la estela que representa a Nefertiti, la esposa de Akhenatón, junto a sus hijas pequeñas. La escena transmite una ternura y un vínculo familiar que no se observaba en el arte anterior.

 

Otra obra emblemática de este período es el famoso busto de Nefertiti, considerado una de las obras maestras del arte egipcio. En él, la reina aparece representada con un realismo excepcional, capturando sus rasgos faciales con gran detalle y transmitiendo una serenidad y belleza atemporales.

 

La "revolución amarniana" se manifestó en diversos aspectos del arte egipcio, desde la escultura y la pintura hasta la arquitectura y la literatura. La nueva visión religiosa de Akhenatón se reflejó en obras que representaban al faraón y a su familia en una relación más cercana con los dioses, rompiendo con la tradicional imagen de poder y distancia.
 

 

 

 

 

 

Tutankamón

Aunque su periodo de reinado fue muy corto (c. 1342-c. 1325 a. C.) y se le conoció como el niño rey debido a su corta edad, y aunque su estado de salud era deplorable ya que padecía escoliosis y malaria, mientras duró su reinado logró retornar el politeísmo ganándose con ello la fidelidad de sus súbditos.

 

En el año 1922, el egiptólogo inglés Howard Carter protagonizó uno de los hallazgos más importantes de la historia: el descubrimiento de la tumba de Tutankamón. Tras años de búsqueda infructuosa en el Valle de los Reyes, Carter finalmente dio con la entrada a la tumba intacta de este faraón del siglo XIV a.C.

 

Imaginemos la emoción que debió sentir Carter al acceder a la cámara funeraria. Después de tanto tiempo y esfuerzo, se encontraría frente a un tesoro incalculable: una tumba repleta de objetos de oro, joyas, sarcófagos y otros elementos que habían permanecido intactos durante más de 3.000 años.

 

 

 

 

 

Hatshepsut
 

Una reina que intentaron borrar de la historia, pero sin embargo no lograron su propósito, ella gobernó en el período de 1479-1458 a.C en el cual según se menciona hubo mucha prosperidad y paz a pesar de que la tradición egipcia impedía que una mujer tuviera el nombre de faraón, pero gracias a la piedra de Roseta descifrada por el Orientalista Francés Champollion (1790-1832 d.C) se pudo saber lo que el tiempo quiso quitarle.

 

Nacida en la realeza, Hatshepsut se casó con su medio hermano, Tutmosis II, a la edad de 12 años. Tras la muerte de su esposo, se convirtió en Gran Esposa Real y asumió la regencia de su hijastro, Tutmosis III, quien era aún un niño. Sin embargo, Hatshepsut no se contentó con un papel secundario. Utilizando su inteligencia, astucia y determinación, se coronó faraón, desafiando las tradiciones y convirtiéndose en la primera mujer en ocupar el trono de forma oficial.

 

Ella impulsó el comercio, la construcción de monumentos y obras públicas, y fomentó las artes y las letras. Entre sus logros más destacados se encuentran el impresionante templo funerario de Hatshepsut, considerado una obra maestra de la arquitectura egipcia, y la expedición comercial al país de Punt, que trajo consigo exóticos tesoros y especias.

 

Más allá de su poder político, Hatshepsut rompió barreras y desafió estereotipos. Representó a la mujer en posiciones de poder e inspiró a generaciones futuras a perseguir sus sueños sin importar las normas sociales. Su historia nos recuerda que el liderazgo y la capacidad no tienen género, y que las mujeres pueden alcanzar grandes cosas cuando se les da la oportunidad.

 

 

 

 

 

Ramsés II
 

Conocido como un gran guerrero y constructor o como Ramsés el Grande, reinó sobre Egipto durante un extenso período de 67 años (1279-1213 a.C.), convirtiéndose en uno de los faraones más longevos de la historia. Su mandato estuvo marcado por ambiciosas campañas militares, magníficas obras arquitectónicas y una profunda religiosidad.

 

En el ámbito militar, Ramsés II destacó por su astucia y valentía, liderando personalmente a su ejército en numerosas batallas, incluyendo la famosa batalla de Kadesh contra los hititas.

 

Entre sus obras más célebres se encuentran el Templo de Abu Simbel, dedicado a él mismo y a su esposa Nefertari, y el Ramesseum, un complejo funerario que simboliza su grandeza. 

 

Su figura sigue siendo admirada por su poder, ambición y logros duraderos, consolidándose como uno de los faraones más importantes y recordados de la civilización egipcia.

 

 

 

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