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Cuando piensas en Marruecos, probablemente te vienen a la mente imágenes de los zocos de Marrakech, las callejuelas de Fez o las dunas infinitas del desierto del Sahara. Sin embargo, si te detienes a mirar más allá de las rutas turísticas clásicas, encontrarás dos ciudades que te ofrecen experiencias únicas, profundas y menos masificadas: Casablanca y Meknes.

 

Ambas ciudades son muy distintas entre sí, pero complementarias. Una es moderna, vibrante y abierta al mundo. La otra es histórica, tranquila y profundamente tradicional. Al visitarlas, no solo amplías tu conocimiento de Marruecos, sino que te sumerges en dos mundos fascinantes que te transformarán como viajero.

Casablanca
Casablanca

1. Casablanca: la puerta moderna a Marruecos

 

Visitar Casablanca es encontrarte con el rostro más cosmopolita de Marruecos, donde el arte deco francés convive con la arquitectura islámica, y donde las olas del Atlántico acarician los cimientos de una ciudad en constante evolución.

 

Descubre la monumental Mezquita de Hassan II

Tu visita a Casablanca no estaría completa sin conocer la Mezquita de Hassan II, uno de los templos religiosos más impresionantes del mundo. Su minarete, que se eleva 210 metros sobre el nivel del mar, es visible desde casi cualquier punto de la ciudad. Esta mezquita no solo es un símbolo religioso, sino también una obra de arte donde el mármol tallado, las maderas nobles y los mosaicos te envuelven en una atmósfera mágica.

Lo mejor es que puedes entrar como visitante no musulmán y recorrer su majestuoso interior, algo poco común en Marruecos. Desde el suelo de cristal suspendido sobre el mar, hasta el techo retráctil, cada rincón es un homenaje a la ingeniería y la devoción marroquí.

 

Explora la vida urbana marroquí con sabor internacional

Casablanca es el motor económico de Marruecos, lo que se refleja en su ritmo acelerado, sus rascacielos y sus cafés llenos de ejecutivos, artistas y jóvenes emprendedores. Puedes pasear por el barrio Gauthier, donde el diseño contemporáneo y los restaurantes gourmet abundan, o sentarte en una terraza frente al mar en la Corniche mientras disfrutas un tajine de mariscos con un vino local.

No te pierdas el Marché Central, ideal para probar productos frescos, conversar con los vendedores y sentir el pulso cotidiano de los casablanquenses.

 

Admira el patrimonio arquitectónico

La influencia francesa se percibe en cada calle. Camina por el Boulevard Mohammed V para apreciar la arquitectura art déco y colonial. Edificios como el Hotel Lincoln (actualmente en restauración) te transportan a la Casablanca del siglo XX, cuando esta ciudad era uno de los centros neurálgicos del protectorado francés.

 

Mezquita de Hassan II
Mezquita de Hassan II

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2. Meknes: la ciudad imperial que guarda los secretos del pasado

 

Tras disfrutar de la energía de Casablanca, te propongo viajar hacia el interior del país, hacia una ciudad mucho menos explorada pero igual de fascinante: Meknes. Esta ciudad imperial fue capital de Marruecos en el siglo XVII bajo el reinado del sultán Moulay Ismail, y aún conserva su aire majestuoso y solemne.

 

Entra por la mítica Bab El Mansour

Una de las postales más icónicas de Meknes es la majestuosa Bab El Mansour, considerada una de las puertas monumentales más bellas del mundo islámico. Su fachada está adornada con mosaicos verdes y caligrafía árabe sobre mármol, y te da la bienvenida a la antigua medina como si cruzaras un umbral hacia otra época.

 

Recorre el pasado imperial

El sultán Moulay Ismail no escatimó recursos en embellecer su ciudad. Puedes visitar sus establos reales, que albergaban miles de caballos, y los graneros subterráneos, un prodigio arquitectónico diseñado para resistir terremotos y conservar alimentos durante años.

No dejes de entrar al Mausoleo de Moulay Ismail, uno de los pocos edificios religiosos accesibles a no musulmanes en Marruecos. Su interior, sereno y lleno de detalles, es un reflejo de la espiritualidad marroquí.

 

Disfruta de una medina auténtica y tranquila

A diferencia de otras ciudades donde los zocos están saturados de turistas, en Meknes puedes pasear con calma, hablar con los artesanos y comprar productos locales sin sentirte presionado. Desde alfombras bereberes hasta aceites esenciales y cerámicas pintadas a mano, aquí encontrarás tesoros únicos.
 

Bab El Mansour
Bab El Mansour

3. Entre la modernidad de Casablanca y la tradición de Meknes

 

Lo que hace especial a este viaje es la complementariedad entre ambas ciudades. Mientras Casablanca te habla de un Marruecos globalizado y en evolución, Meknes te permite conectar con el alma profunda del país. Visitar ambas ciudades es entender dos caras de una misma moneda: la modernidad y la historia, lo urbano y lo espiritual.

Además, la conexión entre ellas es fácil: puedes tomar un tren cómodo desde Casablanca hasta Meknes en solo unas horas. Así, puedes disfrutar de ambos mundos sin complicaciones.

 

 

4. Sabores que no olvidarás

 

La gastronomía marroquí es famosa en el mundo, y tanto en Casablanca como en Meknes puedes disfrutarla en todo su esplendor.

 

En Casablanca, la cocina tiene un toque moderno. Restaurantes internacionales sirven platos marroquíes con fusiones innovadoras. No dejes de probar el tajine de pescado, la pastilla de mariscos, o simplemente disfrutar de una cena en la azotea con vistas al mar.

 

En Meknes, lo tradicional manda. Aquí puedes probar un auténtico cuscús de viernes, un tajine de cordero con ciruelas y almendras, o dulces de almendra y miel hechos artesanalmente. Y si eres amante del vino, te encantará saber que los viñedos cercanos a Meknes producen algunos de los mejores vinos de Marruecos, gracias a su clima y altitud privilegiados.
 

Comida tradicional marroquí
Comida tradicional marroquí

5. Te alejas del turismo masivo y te acercas a lo verdadero

 

Uno de los mayores atractivos de visitar Casablanca y Meknes es que, a pesar de su riqueza cultural, no están tan invadidas por el turismo como otras ciudades marroquíes. Esto te permite vivir Marruecos de una forma más auténtica. Puedes hablar con la gente local, descubrir rincones escondidos y sentirte parte del entorno sin prisas ni multitudes.

 

 

En resumen: ¿Por qué deberías visitar Casablanca y Meknes?

 

Porque quieres conocer un Marruecos diferente, lejos de los clichés turísticos. Porque buscas experiencias reales, conversaciones sinceras y contrastes que te dejen huella. Casablanca te ofrece el dinamismo de una ciudad que se proyecta al mundo, y Meknes te regala el silencio del pasado y la belleza de lo eterno.

 

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Desierto del Sahara
Desierto del Sahara

 

 

¿Hay un tren de Casablanca a Meknes?

Sí, hay trenes diarios entre Casablanca y Meknes. El viaje dura unas 2 horas y 45 minutos.

¿Se puede hacer una excursión de un día desde Casablanca a Marrakech?

Sí, se puede. En tren o coche, el trayecto dura unas 2 horas y media.

¿Se puede ir al desierto desde Casablanca?

Sí, pero no en un día. Necesitas al menos 3 días para llegar y explorar el desierto, especialmente en la zona de Merzouga.

¿Cuál es la mejor época para visitar Casablanca y Meknes?

Primavera (abril-mayo) y otoño (septiembre-octubre) ofrecen el mejor clima, con temperaturas agradables y menos turistas.

¿Se puede pagar con tarjeta en Casablanca y Meknes?

Sí, en hoteles, restaurantes y tiendas grandes. Pero en los zocos y mercados tradicionales es mejor llevar efectivo.

¿Cuánto tiempo debería quedarme en Casablanca y Meknes?

Unos 2-3 días en cada ciudad es ideal para conocer lo esencial sin prisas.

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