En la orilla occidental del Nilo, frente a Luxor, se encuentra uno de los lugares más enigmáticos y bellos del antiguo Egipto: el Valle de las Reinas. Este valle fue el cementerio real destinado a las esposas, hijos e hijas de los faraones del Imperio Nuevo, y conserva algunas de las tumbas mejor decoradas del país.
Entre sus muros se respira silencio y eternidad, mientras los colores originales de las pinturas siguen brillando tras más de 3.000 años. Visitarlo es adentrarse en el mundo íntimo de las reinas egipcias, sus símbolos, rituales y creencias sobre la vida después de la muerte.
Durante la dinastía XVIII (1550–1292 a.C.), los faraones comenzaron a construir sus tumbas en el Valle de los Reyes, al otro lado del Nilo.
Para sus esposas y descendientes, se escogió un valle vecino, conocido antiguamente como Ta-Set-Neferu, que significa “El Lugar de la Belleza”.
El Valle de las Reinas se convirtió en el panteón real de las reinas del Imperio Nuevo, especialmente durante las dinastías XIX y XX.
Además de las reinas, aquí también fueron enterrados príncipes, princesas y miembros cercanos de la familia real.
Los egipcios creían que en este valle, protegido por las montañas, las almas podían renacer bajo la protección de la diosa Hathor, señora del amor, la música y la fertilidad.
Las tumbas del Valle de las Reinas siguen una estructura similar a las del Valle de los Reyes, aunque de menor tamaño.
Están excavadas directamente en la roca caliza y se componen de pasillos descendentes, cámaras funerarias y capillas decoradas con relieves y pinturas.
Los muros están cubiertos de escenas que representan:
A pesar del paso de los siglos, muchas de estas decoraciones conservan sus colores originales, testimonio del refinado arte funerario del antiguo Egipto.
La Tumba de Nefertari (QV66) es considerada una de las más bellas del mundo antiguo. Fue construida para Nefertari Meritmut, la esposa favorita del faraón Ramsés II, y destaca por su extraordinaria calidad artística.
En su interior, las paredes están cubiertas de relieves y pinturas que representan a Nefertari guiada por los dioses hacia el más allá.
Los pigmentos conservan una intensidad asombrosa, con tonos azules, rojos y dorados que evocan la gloria de su reinado.
La tumba fue restaurada con gran cuidado y hoy solo se permite el acceso a un número limitado de visitantes cada día para proteger su delicada decoración.
Aunque la de Nefertari es la más famosa, el valle alberga muchas otras tumbas de gran valor histórico y artístico:
Cada tumba ofrece una visión única de la vida y creencias del Egipto faraónico, revelando el amor, la devoción y el poder que rodeaban a las mujeres reales.
El Valle de las Reinas no solo fue un cementerio, sino también un lugar sagrado de regeneración. Las reinas eran consideradas manifestaciones de la diosa Isis y, al morir, se unían a Osiris en la eternidad.
El paisaje, rodeado de montañas que asemejan las alas de una diosa protectora, reforzaba el simbolismo de vida, muerte y renacimiento. Cada tumba representaba el viaje del alma hacia la luz, un ciclo eterno de resurrección y gloria divina.
El valle se encuentra en la orilla oeste del Nilo, frente a Luxor, muy cerca del Valle de los Reyes y del Templo de Hatshepsut.
El Valle de las Reinas es una joya silenciosa del antiguo Egipto, menos visitada que el Valle de los Reyes, pero igual de impresionante.
Sus tumbas te permiten admirar el arte, la fe y el amor que los egipcios profesaban por sus reinas, convertidas en diosas eternas.
Recorrerlo es sentir el eco de las oraciones, los colores de la eternidad y la belleza inmortal de un mundo que nunca deja de fascinar.
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