El Delta del Mekong, una de las regiones más fértiles y biodiversas del sudeste asiático, se extiende a lo largo de más de 39.000 km² en el extremo sur de Vietnam. Formado por los brazos finales del río Mekong tras recorrer casi 4.000 kilómetros desde el Tíbet, este sistema fluvial crea un entramado de canales, arrozales, manglares y aldeas flotantes que reflejan la profunda conexión entre el ser humano y el agua.
Con más de 17 millones de habitantes, el delta representa el epicentro agrícola y ecológico de Vietnam, responsable del 70% de la producción de frutas tropicales y el 80% del arroz del país. Su vida cotidiana gira en torno al ritmo del río: los mercados, las cosechas y las celebraciones dependen del nivel del agua y de la fertilidad de sus suelos.
El delta del Mekong forma parte de la región del Gran Mekong, considerada uno de los puntos más importantes del planeta para la biodiversidad. Según el informe 2023 del WWF, se identificaron 234 nuevas especies de flora y fauna, elevando el número total a más de 3.300 especies descubiertas desde 1997. Vietnam lidera estos hallazgos, consolidándose como un laboratorio natural de evolución y conservación.
Entre las especies más fascinantes destacan el erizo “vampiro” Hylomys macarong, con afilados colmillos y pelaje suave, y la víbora de pestañas de piedra caliza, caracterizada por sus escamas verdes y rojas. A ellas se suman anfibios, peces y plantas endémicas que habitan en ecosistemas casi intactos.
El delta también acoge 1.148 especies de peces, incluyendo los gigantes bagre del Mekong y la mantarraya gigante de agua dulce, los más grandes del mundo en su tipo.
Los manglares, humedales y arrozales del Mekong son esenciales para la estabilidad climática del país.
El Parque Nacional Mui Ca Mau, declarado Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO, protege más de 370.000 hectáreas donde conviven bosques costeros, estuarios y zonas marinas.
Por su parte, el Parque Nacional Tram Chim conserva los últimos vestigios de los antiguos humedales de llanura de carrizo, hogar de miles de aves migratorias y del sisón de bengala, una especie en peligro crítico de extinción.
En estas áreas se registran 93 especies de aves, 26 mamíferos, 43 reptiles y 252 especies marinas, muchas de ellas incluidas en el Libro Rojo de la UICN. Estos espacios naturales son auténticos refugios para la biodiversidad global y laboratorios vivos para la ciencia.
A pesar de su riqueza natural, el delta enfrenta una de las mayores crisis ambientales de Asia.
El cambio climático ha intensificado la salinización del suelo y el aumento del nivel del mar, afectando los cultivos tradicionales de arroz. En la estación seca de 2019–2020, el agua salada penetró hasta 90 km tierra adentro, destruyendo 39.000 hectáreas de campos.
Las comunidades agrícolas han tenido que transformar su economía, sustituyendo el arroz por la cría de camarones para sobrevivir.
El Instituto de Investigación Climática de Can Tho advierte que para 2030, amplias zonas del delta podrían quedar sumergidas permanentemente, desplazando a medio millón de personas.
A esto se suma la extracción excesiva de arena fluvial y la construcción de represas, que han reducido hasta un 97% los sedimentos que antes nutrían los humedales, debilitando la estructura natural del delta.
Ante esta amenaza, el gobierno vietnamita, junto con organizaciones internacionales como la UICN, el WWF y el PNUD, ha desarrollado proyectos para proteger los ecosistemas del Mekong. Estas iniciativas promueven la gestión sostenible de los humedales, la educación ambiental y la investigación científica conjunta entre universidades locales e internacionales.
También se impulsa la agricultura adaptada al clima, la reforestación de manglares y el monitoreo de especies con la participación activa de las comunidades pesqueras. Estas acciones buscan equilibrar la conservación ecológica con la mejora de la calidad de vida de las poblaciones rurales.
El ecoturismo se ha convertido en un aliado clave para la preservación del delta.
Los visitantes pueden explorar los canales en barca, recorrer los arrozales en bicicleta o disfrutar de la observación de aves en Tram Chim y el bosque de cajeput de Tra Su, especialmente entre septiembre y noviembre, cuando las aguas cubren el paisaje con un manto verde brillante.
Los homestays rurales en provincias como Ben Tre y Can Tho ofrecen una experiencia auténtica de la vida del delta, con casas tradicionales de madera rodeadas de jardines frutales.
Los mercados flotantes, como el famoso Cai Rang, siguen siendo el alma comercial y cultural de la región: un espectáculo de embarcaciones que intercambian frutas y verduras al amanecer, manteniendo viva una tradición de más de 4.000 años.
El Delta del Mekong no solo es un tesoro natural de incalculable valor biológico, sino también un símbolo de la resiliencia humana frente a los cambios ambientales.
Su biodiversidad asombra a la ciencia, mientras sus comunidades luchan por adaptarse a un futuro incierto.
La combinación de investigación, conservación y turismo sostenible ofrece esperanza para preservar este ecosistema único, donde el agua y la vida han coexistido en equilibrio durante milenios.